El aviso decía: "Se buscan extras para publicidad para el exterior. Hombres y mujeres de
DIA DEL CASTING: El día señalado llegó. Vestida para la ocasión salgo de casa rumbo a la fama o mejor dicho a la agencia. Al llegar me encuentro con una fila de alrededor de 50 personas, de todas las edades. Recibo un formulario que tengo que completar mientras espero mi turno. Una vez que lo termino, solo me queda esperar. Algunos escuchan música, otros leen el diario o alguna revista y los demás conversan. Entro a la agencia y formulario en mano vamos pasando de a cuatro y nos paran frente a una mesa larga donde cada uno de nosotros somos examinados por un “reclutador” de la agencia. Una vez “aprobados”, nos mandan a sacarnos la foto y después nos cuentan de qué se trata el comercial para el cual nos seleccionaron. Necesitan mil personas para una publicidad de un banco y se filma el fin de semana. Recibo un papel donde figura la tarifa por día de trabajo (cien pesos a cobrar en sesenta días), la duración de la jornada (doce horas promedio) y los teléfonos donde llamar para consultar horario y lugar de filmación.
MI PRIMERA VEZ: Luna Park, 15 horas, vestida de media estación. Esas eran las coordenadas, pero esa misma mañana, a las 9, me llaman de la agencia para preguntarme si podía estar en media hora en Santa Fe y Callao. Les aclaro que yo estaba confirmada para lo del Banco, pero me piden que haga ésta en su lugar, así que como buena extra que soy (o pensaba ser), acepto el cambio de planes y después de una ducha rápida para despabilarme y un mate cocido a medio tomar, parto rauda a mi nuevo destino. La vestimenta solicitada en este caso era "jogging, tipo deportiva". Cuarenta minutos después llego a la esquina de Santa Fe y Callao y veo un par de camiones de filmación y una casa rodante enorme que llaman "motorhome" y que es donde funcionan vestuario y maquillaje. Me mandan a cambiarme a la motorhome. Logro averiguar que el comercial es para el Suplemento del Mundial de un diario muy importante y el argumento es que los hombres leen el suplemento y las mujeres andan por la calle en camisón o ropa interior y ellos ni se dan cuenta. Lindo debut, pensé, en ropa interior, en la tele y para el Mundial, o sea que lo va a ver medio país. Espero al menos que me toque un lindo camisón.
La vestuarista aprueba mi ropa, pero me maquillan unas ojeras espantosas. De haberlo sabido, no me lavaba la cara cuando me levanté hace menos de una hora. Mi debut en el mundo de la publicidad estaba lejos de ser auspicioso. Después de esperar un rato en la vereda, a la vista de curiosos que pasan y nos miran, llega el momento de la verdad. Mi papel es "peatona 3" y tengo que caminar por la vereda, en dirección contraria a "peatona 1" y "peatona 2" teniendo cuidado de no pasar delante de "protagonista" y sin adelantarme a "peatona 4". Durante una hora y media nos filmaron haciendo lo mismo desde diferentes ángulos. Terminada la escena, subimos a una combi y nos llevan a Libertador y Callao, a un moderno edificio de oficinas donde cambiamos vestuario, maquillaje y peinado. En este caso, mi papel es de oficinista que sale del edificio en un muy poco elegante camisón de señora mayor color salmón, con un batón floreado, cartera negra y pantuflas. Las demás extras están iguales o peor que yo, por lo cual no me siento tan mal, lo que me preocupa es que pase algún conocido por ahí y me vea en camisón en pleno Libertador un sábado a la tarde. La jornada termina a las seis horas y mi primera vez es un poco bochornosa pero sin dolor.
SEGUNDA OPORTUNIDAD: Un par de semanas después recibo una nueva propuesta. Esta vez es para un comercial de una gaseosa y también para Argentina. ¡Y pensar que el día del casting imaginaba que me iban a ver en todos los hogares de Europa y en realidad aparezco en camisón en todo el país!. A ver que me tocaría ahora. El comercial se desarrolla en una fiesta de casamiento donde un señor baila entusiasmado y se cae sobre la mesa de los dulces y todos los invitados se ríen del pobre tipo. Me piden que lleve un vestido de fiesta. El viaje en micro hasta una quinta en Bella Vista dura más de una hora y converso con un señor que se sienta al lado mío y que me cuenta que hace esto hace 4 años, y que con 50 años a cuestas nadie lo contrató en ninguna parte y ahora se gana la vida trabajando como extra. Pensar que yo lo hago para juntar plata y comprarme un microondas y hay gente que tiene que vivir de esto porque no consigue trabajo formal. Con esta sensación de angustia llegamos a Bella Vista. Nos van llamando de vestuario para ver si nuestra ropa sirve o nos dan otra. Al parecer mi vestido no les gusta mucho y me dan otro para cambiarme. Prolijamente parados en fila esperamos a que una productora nos diga dónde tenemos que pararnos y qué tenemos que hacer. Somos alrededor de cincuenta, hombres y mujeres de edades variadas y en cantidades iguales, pero como parece que no tengo suerte ni en la ficción, no me “emparejaron” con ninguno de los muchachos presentes sino que junto con dos chicas nos toca bailar entre nosotras. Si bien las fiestas suelen ser divertidas, cincuenta personas bailando sin música es realmente patético. Así estamos durante dos horas a pleno rayo del sol. Por suerte es una sola toma y una vez que termina, volvemos a Buenos Aires, con la satisfacción del deber cumplido.
¿CONTINUARÁ? Volvieron a llamarme en otras oportunidades, pero no pude ir porque era en días de semana. Cobré mis trabajos puntualmente, o sea dos meses después de hacerlos y los comerciales del diario y la gaseosa salieron al aire. La temporada alta de publicidad es de octubre a marzo, con lo cual tengo esperanzas de que me vuelvan a llamar. Para hacer de soltera, separada, viuda o tenga que disfrazarme de empanada, ¡es que tengo que comprar el microondas y la plata todavía no me alcanza!